Además de sus conocidas virtudes en máximo confort y eficiencia energética, al trabajar con bajas temperaturas de impulsión (45ºC), podemos incorporar la energía solar térmica.
Sin embargo, no siempre esta opción es lo más recomendable económica y tecnicamente. Soy partidario de las energías renovables, pero siempre que tengan sentido, y en este caso hay que tener en cuenta principalmente dos factores:
(1) Cuando no se utilice la calefacción (mayo-septiembre), si no aprovechamos la energía solar para otros usos, deberemos tener la precaución de proteger la instalación contra los sobrecalentamientos.
(2) Si sólo aprovechamos la instalación solar para el suelo radiante, (ACS a parte), es como si invirtieramos en una máquina que solo produce la mitad del año (o menos en zonas de climas suaves). Esto hace que los ahorros sean menores, y por lo tanto el retorno de la inversión se alargue.
En definitiva, en general la instalación solar como apoyo al suelo radiante, es interesante cuando también se utiliza para calentar una piscina exterior el resto del año, alargando así la temporada de baño. En este caso, aprovechamos la instalación todo el año y además no tenemos riesgos de sobrecalentamientos en verano.
Una última recomendación, el dimensionamiento y regulación de estas instalaciones es algo más complejo, y no es una inversión barata, por lo que antes de contratarla, conviene asegurarse de los recursos del instalador, y si es posible que nos enseñe alguna instalación que haya realizado.
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